UATAE advierte de la desigual distribución del trabajo autónomo por comunidades autónomas

La Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATEA) ha emitido un comunicado en el que advierte de la desigual distribución del trabajo autónomo por comunidades autónomas. En España hay comunidades donde el autoempleo tiene un peso reducido en relación con el empleo total, mientras que en otras el trabajo autónomo tiene un peso mayor.

Concretamente, Canarias, la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia encabezan el ranking de las autonomías con menor número de autónomos en proporción a su población en edad de trabajar. En Canarias, por cada 1.000 habitantes de entre 16 y 64 años hay 93,2 autónomas y autónomos; en Madrid 93,5 y en Murcia 100,7, cifras que están por debajo de la media nacional «y reflejan un problema estructural», según UATAE.

Madrid es un caso especialmente llamativo, porque como explica María José Landaburu, secretaria general de UATAE, “como supuesto epicentro económico del país debería ser también un polo de atracción para el emprendimiento”. Sin embargo, “no lo es”, afirma Landaburu. Con 93,5 autónomos por cada 1.000 habitantes en edad de trabajar, Madrid se sitúa en el segundo peor puesto del país, y ello es debido, según Landaburu «a las políticas que aplica la Comunidad de Madrid con respecto al trabajo autónomo:, mientras en otras regiones se han impulsado programas de apoyo directos, planes de digitalización, medidas para aumentar la protección social, etc. Madrid ha optado por un modelo que prioriza a las grandes empresas y deja en un segundo plano a quienes tienen que lidiar con el desarrollo de su actividad económica a diario y en solitario”.

Desde UATAE critican que las medidas de la Comunidad han estado más centradas en bonificaciones fiscales y desgravaciones que benefician sobre todo a los altos ingresos, pero no han ido acompañadas de políticas estructurales que mejoren las condiciones del trabajo autónomo. No hay un plan real para facilitar el acceso a financiación o garantizar un sistema de protección social más sólido para el conjunto del colectivo.

Otro factor determinante es el precio de los alquileres de locales comerciales y espacios de trabajo, «que en Madrid y en otros tantos territorios del estado ha alcanzado niveles inasumibles para muchas y muchos autónomos». La falta de medidas de contención en este ámbito ha hecho que los pequeños comercios tengan que destinar una parte desproporcionada de sus ingresos a mantenerse en activo, lo que desalienta el impulso de actividades económicas y reduce la viabilidad de los proyectos a largo plazo.

Canarias, con 93,2 autónomos por cada 1.000 habitantes, se sitúa en el último lugar de la tabla. Su dependencia del turismo y la alta temporalidad del empleo juegan un papel clave en este fenómeno. La falta de diversificación económica y la incertidumbre en sectores clave han hecho que el autoempleo no sea una opción atractiva o estable para buena parte de la población activa.

En el caso de Murcia, con 100,7 autónomos por cada 1.000 habitantes, puede radicar, como señalan desde UATAE, «en la falta de una red sólida de apoyo con medidas específicas». Aunque el autoempleo en sectores tradicionales como la agricultura sigue siendo relevante, en otros ámbitos el tejido autónomo no ha logrado consolidarse como en otras regiones.

“El hecho de que tres comunidades con perfiles tan distintos compartan los peores datos indica que el problema no es coyuntural, sino estructural”, expone Landaburu, que destaca que “si el trabajo autónomo sigue siendo una alternativa poco atractiva en algunas regiones, es porque las políticas que lo acompañan no han sido las adecuadas”. En el caso de Madrid, “es evidente que la estrategia basada en la liberalización de la economía no ha beneficiado a las y los autónomos, porque no basta con atraer a grandes empresas si quienes quieren realmente quieren emprender no encuentran el respaldo necesario para hacerlo”. Las administraciones de cada comunidad necesitan un giro en su enfoque, “más apoyo directo, más incentivos específicos y una regulación que garantice que el trabajo autónomo sea una opción viable y no un camino lleno de precariedad”, concluye Landaburu.

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